martes, 14 de octubre de 2014

GEORGE, GEORGE, NO SABEMOS QUÉ HACER CONTIGO.

Hoy vamos a opinar sobre cine (lo haremos mal), cotillearemos un poco (esto será peor), y acabaremos dando una lección de estilo que no olvidarás en tu vida (por inalcanzable). En MOD tenemos un dilema con George Clooney. Tener papá periodista con el que has pisado la cárcel por una protesta contra las minas terrestres en Darfur, te otorga puntos como actor comprometido. Te damos una buena nota al comprarte un palacete del siglo XVIII en Laglio, sabes dónde llevar a una mujer.
Concedemos  que tienes cierto glamour, algo tan escaso hoy día, por casarte en Venecia, con una exótica drusa de nombre similar a un cuento oriental, y pasearte por el Gran Canal, como un pavo. Por cierto, dejas en mal lugar a tus otras chicas al casarte con una abogada, das a entender que las otras eran muy monas pero un poco tontitas ¿no? Dí la verdad.

Detrás el museo de Peggy Guggenheim.


No me puedo creer lo irresistible que soy

Pero cuando hemos visto tu última película "The monuments men", cómo decírtelo, llegas muy, muy justo. Tenías un argumento original, la historia daba para mucho juego, te sobraban medios para hacer una bélica sin parecer una historia de amigos, sabías el nivel que hay que alcanzar filmando escenas de acción para que sea creíble después de Spielberg, y nos haces una medio comedia-drama al estilo de "Doce del patíbulo": alemanes tontos con el casco demasiado grande, y los americanos disparando chicles por la boca para destruir tanques. Eliges como director una banda sonora que parece sacada de un concurso de cámara oculta y terminas por hacer ¡bluff! con una peli demasiado frívola. Te ha salido algo que no sabemos cómo definirlo.

George lo sentimos, no te podemos tomar en serio, se te ha quedado cara de anuncio de Nespresso, ya no sabemos si el personaje te ha fagocitado o es que no hay más. Eso sí, como hombre-objeto para revistas tipo "Gentleman" no tienes precio.

¿Y nuestra clase de diseño para iniciados?
George se ha exhibido en una motora-taxi con un nombre muy poco original: Amore. Con todos los que se nos ocurren: Dolcezza, Dolce Dolore, Passione, Crudeltà, Vivere e Morire per te. Podías haber preguntado.
Pero si hay un icono de las motoras y del "savoir vivre", esta es la Riva. No, no era la de Clooney y su nena si sois observadores. La lancha asociada a la legendaria época de los 50 y 60 en la Costa Azul y en la Riviera, en la que se paseaban actores, millonarios, aspirantes a playboys, reyes destronados y princesas de ojos tristes en busca del pelotazo a lo Grace Kelly. Curiosamente su lugar de construcción es el bellísimo lago Garda, pero se adapta a Saint Tropez perfectamente: lujo en su tapicería, cromados, maderas nobles, acabados perfectos rayanos en la obsesión, como colocar todos los tornillos en la misma posición. Brigitte Bardot tenía una, no sabemos con cual nos quedaríamos, si con la motora o con Afrodita. ¿Es posible para los simples mortales tener a las dos? 

Anita Ekberg se dió el capricho de encargar la tapicería en piel de cebra.
Es una máquina perfecta y cotizadísima en el mercado de segunda mano. Un magnífico ejemplo de diseño italiano. No es la más rápida, ni la más lujosa, pero sí la más bella. 
Con una mano en el volante de madera, con la otra en la cintura de una sirena que te emboba como a Ulises, y tomando un "negroni sbagliato" con Carpano, que es mejor que el Martini. ¿Hay algún genio que nos conceda este deseo?




No hay comentarios:

Publicar un comentario